Para alcanzar la paz no basta con la buena voluntad israelí
Autor: Bernardo Ptasevich, Katzrín
Nací unos meses
después de la independencia de Israel. Desde niño, una vezque estaba en
condiciones de razonar y sentir que era judío, aprendíque la paz era el
objetivo máximo de todos los judíos del mundo. Judíoy Shalom eran para mí casi
sinónimos; no concebía al judaísmo sin labúsqueda de esa utopia, tema de
conversación y reflexión en largasveladas y un deseo convertido en los sueños
de muchas noches. Sinembargo, Israel debió debatirse en repetidas guerras desde
el mismomomento de su creación y ese deseo de paz nunca fue compartido
pornuestros vecinos ni por los países árabes en general.
Así la situación, podemos decir que hay una paz teórica, la que puedeaparecer
en las notas de diarios, revistas, libros o ensayos deescritores, que en todo
caso es impalpable, invisible y realizable sóloen la imaginación. La otra paz,
la real, que deberíamos lograr connuestros vecinos y enemigos es, por el
contrario, algo casi imposible,una tarea que después de muchos intentos no ha
logrado plasmarse enrealidad y es difícil que algún día pueda concretarse. No
hay forma dedeclarar la paz en forma unilateral.
Contrariamente a la decisión de iniciar una guerra, declarar un alto alfuego o
decidir una desconexión de territorios, para hacer la paz senecesita la
participación de todas las partes al unísono. En el OrienteMedio, donde durante
tantos años una de las partes ha educado con lapaz como objetivo y la otra con
la aniquilación de los vecinos comometa no hay un terreno fértil para que pueda
lograrse ningún acuerdo.Si por motivos políticos o porque la coyuntura
internacional lo obliguelas cúpulas o los Gobiernos decidieran al fin firmar
algún tipo detratado al respecto, eso no aseguraría para nada que la paz
hayallegado a estas tierras.
Empiezo entonces a sentir que desde la diáspora la paz deseada era unacosa y
viviendo en Israel la realidad me muestra que la paz posible esotra muy
diferente. Mis conciudadanos israelíes no ven la paz de lamisma forma como yo
la veía hace años y desde lejos. A medida que pasael tiempo y ya desde Israel,
tampoco yo la veo de ese modo. Esto tienecomparación a la forma en que muchas
veces nos ve la gente de todo elmundo cuando nos juzga ante determinadas
situaciones.
Exceptuando cuando los juicios provienen de personas, grupos o paísesrealmente
antisemitas, anti judíos y anti israelíes, para quienes todolo que hagamos
estará mal, tenemos que entender sin enojarnos que desdeafuera y a lo lejos se
puede tener una visión diferente sobre loshechos. Hay que estar aquí para
entender la mayoría de las cosas de lasque tanto hablan y opinan en el mundo
tanto los políticos como losperiodistas.
Querer la paz no puede ni debe ser bajar los brazos y dejarse arrasaren los
derechos, no puede ni debe ser permitir ser atacados y agredidosen forma de
misiles, de atentados o de amenazas verbales sobre nuestraextinción. Esa no es
la paz que añoramos ni tampoco es la paz con laque hemos soñado. Al parecer no
existe una misma paz que sirva para losisraelíes y también para los palestinos
o los árabes. Nosotros sólopodemos trabajar en forma real por nuestra paz y no
podemos influir enla paz de los vecinos.
Tanto los palestinos como los vecinos del norte no saben siquiera comohacer las
paces entre ellos, no están ni estarán de acuerdo en nada yaque buscan la
supremacía sobre el otro, el poder total que lesconvierta en los receptores de
todos los fondos y ayudas del exteriorque luego manejarán a su antojo. Nada
podemos hacer para cambiar esasituación. Por lo tanto, sólo podemos influir en
nuestra paz y ahí cabela traducción que impone la realidad en la que nuestra
paz es igual y proporcional a la mayor seguridad para nuestros ciudadanos y
nuestroterritorio. Mientras logremos esa seguridad nuestros habitantes
podránvivir en paz. Claro que no es lo mismo vivir en paz que hacer la pazcon
los vecinos o enemigos pero es lo único posible quizás por muchotiempo. Ante
esta disyuntiva, seguir trabajando por un acuerdoimposible ya no es una utopia
sino que se convierte casi en unaestupidez, en una pérdida de tiempo y en una
fabrica de hacerconcesiones.
Dejemos de dar explicaciones a cuanto Gobierno se sienta con derecho adecidir
sobre nuestras vidas, sobre nuestro derecho a existir y en casode tenerlo
decidir donde debemos hacerlo y de qué forma. Muchas vecesnos quejamos de lo
que nos pasa, de lo que la comunidad internacionalquiere imponer respecto a
nuestros temas pero somos nosotros mismos losque les damos lugar para hacerlo.
Si dejamos de sentirnos obligados a llegar a un acuerdo formal de pazcon
quienes no quieren y especulan todo el tiempo para lograrbeneficios, y nos
preocupamos por vivir en paz nosotros mismos en basea cuidar nuestra seguridad,
les quitaremos las armas que hoy tienenpara seguir recibiendo concesiones a
cambio de nada. Puede ser quecambien entonces a posturas razonables y
positivas.
Hemos visto en las negociaciones por nuestro soldado secuestrado enGaza y
también en el canje de prisioneros con Hezbollah (donderecibimos sólo cadáveres
a cambio de prisioneros), así como en todanegociación emprendida que nuestros
enemigos, que no cumplen con ningúnacuerdo, no aceptan normas de ética ni en la
guerra ni en la paz, ni enlas disputas ni en los pactos logrados.
Seguir negociando con ellos de esta forma me recuerda a un comprador
decualquier producto que le dice al vendedor mostrando su entusiasmo:``¡Lo
quiero! ¡Es mío, no se lo venda a otro por favor, es lo mejor quehe visto, no
lo consigo en otro sitio!'', para luego tratar deconseguir un descuento.
Está claro que nada va a lograr de ese modo. Dejemos entonces de deciry
proclamar a los cuatro vientos que necesitamos llegar sí o sí a unacuerdo con
los palestinos y en forma urgente.
Dejemos de decir que podemos entregar el Golán a cambio de paz conSiria como
una necesidad imperiosa de definir esa situación ahoramismo. Dejemos de decir
que Jerusalén puede ser dividida y de ponernosotros mismos los temas todo el
tiempo arriba de la mesa. Mostrar undeseo de definir todos los temas de
inmediato nos auto impone límites yexigencias que sólo nos perjudican.
Cuando tomemos el tiempo que sea necesario para cada cosa, laestrategia de los
enemigos tendrá que cambiar y con ella la de lacomunidad internacional. Puede
ser que decidan conseguir por la fuerzalo que no le daremos de regalo a cambio
de nada, pero esa posibilidadno se anula con nuestra postura actual y en todo
caso debemos estar tanpreparados como siempre.
Sin embargo, existe la posibilidad de que al cambiar nuestra posturatengan que
modificar su estrategia y tomen la iniciativa de negociar enserio antes de
quedarse con las manos vacías. Todo lo que tratemos deconseguir con apuro o
urgencias políticas, será en nuestra contra.
Hemos vivido 61 años cuidándonos y defendiéndonos. Lo hemos hechoincluso cuando
éramos más débiles y cuando nuestro país daba losprimeros pasos hacia su
incierto futuro.
Hoy Israel es una realidad, para israelíes y para todos los países delmundo, ya
sea los que nos quieren o los que nos odian. La vida de lospaíses no se mide en
horas, días, meses ni años. Tenemos tiempo parabuscar y conseguir nuestro
objetivo. Primero debemos afianzar la pazinterna, esa que perdemos de a ratos
pero contra la que reaccionamosrápidamente para volver a conseguirla. Cuando
sea el momento propicioiremos por la meta máxima que debe seguir siendo la paz
con nuestrosvecinos, pero sólo cuando ellos decidan cambiar su postura y
esténaptos para ese nuevo escenario. Negociar antes de ese momento es envano y
nos va a costar mucho más que perdida de tiempo y dinero. Nos vaa costar perder
muchos de los derechos que hemos ganado para nuestraexistencia. Escribí en
alguna ocasión y titule uno de mis trabajos``Ser pacifistas pero
responsables''.
Ser pacifista no es ser estúpido. Defendernos es nuestro derecho y nuestra
obligación porque sólo si existimos podemos ser una de las partes que negocien
la paz futura. Se dejamos de existir nuestros enemigos seguirán en sus guerras
internas o harán la paz entre ellos mismos, que serán los únicos.
Si me dan a elegir yo quiero estar para ser parte de esa historia.
Tags: ISRAEL, PAZ, SEGURIDAD, LIBERTAD, DEMOCRACIA, FAMILIA, FUTURO